La localización de datos parece sencilla: mantenga los datos dentro de las fronteras nacionales para protegerlos mejor. A primera vista, eso tiene sentido: ¿por qué dejar que la información personal o confidencial viaje por todo el mundo cuando se puede gestionar localmente? Sin embargo, la Internet global no se creó teniendo en cuenta las fronteras. Los datos fluyen libremente entre las regiones para respaldar cosas como respaldos en la nube, entrega de contenido y colaboración internacional. Es por eso que la idea, si bien es atractiva, se enfrenta rápidamente a desafíos prácticos y políticos. Pero detrás de esa idea hay una creciente tira y afloja entre querer proteger lo que es nuestro y necesitar estar conectados con el resto del mundo. A medida que más gobiernos luchan por la soberanía digital mediante diversas iniciativas de localización de datos, las empresas, los tecnólogos e incluso los usuarios comunes se ven atrapados en un tira y afloja. ¿Mantenemos los datos bloqueados en nombre del orgullo nacional o adoptamos una Internet más abierta y colaborativa?
Spoiler: no es tan binario. Pero el debate se está calentando, y entender lo que está en juego importa más que nunca.
En esencia, localización de datos se refiere a las leyes o políticas que exigen que los datos sobre los ciudadanos, residentes u operaciones de una nación se almacenen y procesen dentro de sus fronteras. Algunas normas exigen un almacenamiento estricto dentro del país. Estos requisitos de localización de datos son obligaciones legales fundamentales que dictan dónde y cómo deben almacenarse los datos dentro de las fronteras de un país. Otros permiten las transferencias transfronterizas solo bajo ciertas condiciones, como el consentimiento del usuario o los acuerdos de adecuación.
Piense en ello como la construcción de una bóveda local para la información digital, una con puertas reforzadas, pero con menos ventanas.
Estas reglas varían mucho. En China, la localización forma parte de una estrategia de control digital más amplia. En la UE, el RGPD permite la transferencia de datos, pero bajo estrictas medidas de seguridad. La India ha propuesto políticas que podrían obligar a las empresas a almacenar copias de datos personales en el país. Mientras tanto, Rusia e Indonesia han implementado restricciones estrictas en los sectores financiero y de telecomunicaciones. Los mandatos de localización de datos suelen requerir que las empresas almacenen una copia de los datos a nivel local y los procesen en el país, lo que añade niveles de complejidad al cumplimiento. La falta de una definición consensuada de preocupaciones de seguridad nacional permite establecer mandatos de localización de datos más estrictos, ya que los gobiernos pueden interpretar estas preocupaciones de manera amplia para justificar controles más estrictos.
Lo que une estos esfuerzos es la creciente demanda de soberanía digital: la capacidad de controlar y regular los datos en contextos nacionales o regionales.
La localización de datos, la residencia de los datos y la soberanía de los datos son términos que se utilizan con frecuencia en los debates sobre la protección de datos, pero cada uno de ellos tiene significados distintos. Localización de datos se refiere a la práctica de almacenar y procesar datos dentro de una ubicación geográfica específica, a menudo impulsada por leyes o reglamentos nacionales. Esto suele estar motivado por problemas de seguridad y privacidad o por el deseo de mantener los datos más cerca de los usuarios.
Residencia de datos, por otro lado, se refiere a la ubicación física en la que se almacenan los datos. Es un aspecto fundamental de la localización de datos porque garantiza que los datos permanezcan dentro de un límite geográfico designado. Por ejemplo, una empresa puede optar por almacenar sus datos en un centro de datos ubicado en Alemania para cumplir con la normativa de la UE.
Soberanía de datos va un paso más allá. Se refiere a la autoridad legal de un gobierno u otra entidad para ejercer el control sobre los datos dentro de sus fronteras. Esto significa que los datos están sujetos a las leyes y reglamentos del país en el que se almacenan. Por ejemplo, los datos almacenados en Canadá están sujetos a las leyes de protección de datos canadienses, independientemente de dónde tenga su sede la empresa propietaria de los datos.
Si bien la localización de datos implica tanto la residencia como la soberanía de los datos, no son lo mismo. La residencia de datos garantiza que sus datos permanezcan en una ubicación específica, mientras que la soberanía de los datos se centra en cumplir las normas y leyes locales. Las empresas deben conocer la diferencia entre estos dos conceptos para gestionar adecuadamente los desafíos de protección de datos. Comprender estas distinciones es crucial para las empresas que se enfrentan al complejo panorama de la protección de datos.
Los gobiernos presionan por la localización por varias razones:
Y está el artículo sobre la percepción pública. En muchos países, las personas quieren sentir que su información personal no circula por todo el mundo. Mantener los datos «en casa» parece más seguro. A veces, lo es.
Las leyes y regulaciones de localización de datos son tan variadas como los países que las implementan. Algunos países imponen prohibiciones generales a las transferencias de datos, mientras que otros tienen requisitos específicos para cada sector. Por ejemplo, el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea establece normas estrictas para el procesamiento de datos personales dentro de la UE, garantizando que las transferencias de datos a países no pertenecientes a la UE cumplan con altos estándares de protección. El GDPR es una ley de protección de datos unificada en la Unión Europea que regula el procesamiento de datos personales y sirve de modelo para otras naciones. Se estableció para mejorar los derechos de las personas con respecto a sus datos personales. Muchos países han desarrollado leyes de protección de datos inspiradas en el GDPR, lo que refleja su influencia global en los estándares de privacidad y seguridad de los datos.
En Rusia, la ley de residencia de datos exige que las empresas almacenen los datos personales en servidores ubicados físicamente en el país. Esta ley tiene como objetivo proteger los datos de los ciudadanos rusos de la vigilancia extranjera y garantizar el cumplimiento de las normativas locales.
Los Estados Unidos, que carecen de una ley integral de protección de datos a nivel federal, ven un mosaico de leyes estatales. La Ley de Privacidad del Consumidor de California (CCPA) es un excelente ejemplo, ya que regula la recopilación, el uso y la divulgación de datos personales por parte de las empresas que operan en California.
Estas leyes afectan la forma en que las empresas operan a nivel mundial. Las empresas deben navegar por un laberinto de regulaciones para garantizar el cumplimiento, lo que a menudo requiere importantes inversiones en centros de datos locales y experiencia legal. El incumplimiento de las leyes de localización de datos puede conllevar sanciones, multas o incluso prohibiciones operativas, por lo que es fundamental que las empresas comprendan y cumplan estas normativas. Comprender los requisitos específicos de cada jurisdicción es fundamental para que las empresas eviten multas cuantiosas y mantengan la confianza de los consumidores.
No todo gira en torno a la política. En algunos casos, la localización de datos tiene beneficios reales:
La localización también apela a la opinión pública. Una encuesta de Cisco de 2021 reveló que el 84% de los consumidores de todo el mundo se preocupan profundamente por la privacidad de los datos, y muchos expresan su preferencia por que los datos permanezcan en su propio país. Esa tranquilidad emocional, aunque no siempre esté respaldada por una lógica técnica, puede influir tanto en las decisiones políticas como en las de plataforma. Los gobiernos pueden posicionarlo como una forma de proteger los empleos, impulsar la soberanía tecnológica o hacer frente a los gigantes tecnológicos mundiales. Hay cierto orgullo en decir: «Hemos creado nuestra propia nube».
La promesa del control nacional es atractiva, pero tiene un precio. Y no solo uno. La localización obliga a hacer concesiones difíciles. Afecta a la forma en que nos conectamos, creamos y competimos a escala global, lo que complica especialmente las transferencias de datos transfronterizas.
Por un lado, puede restringir la colaboración más allá de las fronteras. A la nube no le importa la geografía, pero sí las reglas de localización. Los investigadores, desarrolladores y empresas emergentes que confían en el intercambio global de datos de repente se enfrentan a nuevas dificultades. Además, la localización de datos puede debilitar la colaboración entre las fuerzas armadas, las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia debido a las barreras que impiden el acceso a información crítica a través de las fronteras. También podría complicar los esfuerzos para combatir las tácticas de zona gris, incluidas las operaciones de información y las actividades financieras ilícitas, al limitar la capacidad de compartir y analizar datos entre jurisdicciones.
También aumenta los costos. Las empresas suelen tener que construir una infraestructura independiente en cada país en el que operan, lo que no es barato, especialmente para las empresas más pequeñas. ¿Pequeñas empresas emergentes? A menudo no pueden permitírselo, lo que significa que no pueden expandirse a nivel mundial.
Estos son algunos de los sectores más afectados:
En algunos casos, las leyes de localización se han utilizado para justificar un control gubernamental más estricto sobre la información en línea, lo que permite la censura y la vigilancia con el pretexto de proteger. La localización de datos también puede ser una herramienta para el autoritarismo digital, ya que limita la democracia y los derechos humanos al restringir el libre flujo de información y permitir un mayor control gubernamental sobre los espacios digitales. El control de los flujos de datos suele tener más que ver con el control gubernamental que con una auténtica seguridad nacional. Además, la localización de datos se ha asociado con una disminución general de la libertad en Internet, ya que puede llevar a un aumento de las restricciones al acceso a la información y la comunicación.
Las transferencias de datos son un componente fundamental de la localización de datos. Si bien la localización de datos implica almacenar y procesar datos dentro de una ubicación geográfica específica, las empresas suelen necesitar transferir datos a través de las fronteras para operar de manera eficaz. Esto crea una tensión entre la necesidad de lo local almacenamiento de datos y las realidades de las operaciones comerciales globales.
Para cumplir con las leyes de localización de datos, es posible que las empresas deban implementar acuerdos de transferencia de datos o utilizar mecanismos que garanticen la seguridad de las transferencias de datos. Por ejemplo, el marco del Escudo de la privacidad entre la UE y los EE. UU. se diseñó para permitir a las empresas transferir datos personales de la UE a los EE. UU., garantizando al mismo tiempo que los datos estén protegidos de acuerdo con las normas de la UE. Si bien el Escudo de la privacidad se ha enfrentado a desafíos legales, ilustra el tipo de marcos necesarios para facilitar los flujos de datos transfronterizos. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea invalidó el Escudo de la Privacidad, lo que afectó significativamente a los flujos transatlánticos de datos entre los EE. UU. y la UE y generó la necesidad de mecanismos alternativos para garantizar el cumplimiento.
Las empresas también deben considerar los desafíos técnicos y logísticos de las transferencias de datos. Garantizar que los datos permanezcan seguros durante la transferencia y cumplan con diversas normativas internacionales requiere estrategias sólidas de administración de datos. Al aprovechar tecnologías como el cifrado y los protocolos de transferencia segura de datos, las empresas pueden superar las complejidades de la localización de datos y, al mismo tiempo, mantener sus operaciones globales.
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Los datos no necesitan estar en un solo lugar para estar seguros, y la seguridad no tiene por qué significar centralización. Ahí es donde entra en juego Hivenet.
Hivenet usa un nube distribuida modelo. En lugar de depender de un puñado de centros de datos, se extiende datos cifrados en miles de nodos, aportados por personas comunes. Esto significa:
Las plataformas como Kiteworks también proporcionan soluciones seguras y compatibles para el almacenamiento y la transferencia transfronteriza de datos, lo que demuestra cómo la tecnología puede abordar los desafíos de la localización de datos y, al mismo tiempo, mantener la flexibilidad.
Piense en ello como una localización parcial, aplicada de forma inteligente. Obtienes el cumplimiento y rendimiento, sin comprometer los beneficios de una infraestructura en la nube que prioriza la privacidad. Privacidad y innovación. InCountry, un proveedor de residencia de datos como servicio, ejemplifica este enfoque al gestionar datos regulados en más de 90 países y ofrecer soluciones como la API REST de InCountry, InCountry Border e InCountry Single-Tenant.
Esto no es solo teórico. Con servicios como Store y Compute, Hivenet permite a las personas y a las empresas cumplir con las exigencias de las políticas y, al mismo tiempo, evitar los altos costos de crear todo desde cero. Los gobiernos toman el control donde más importa. Los usuarios obtienen la libertad donde más importa.
¿La localización de datos realmente nos protege o nos frena? El orgullo nacional dice: proteja nuestros datos, nuestra infraestructura y nuestros ciudadanos. Sin embargo, el progreso depende de la apertura. Las ideas se difunden. El conocimiento cruza fronteras. La innovación prospera en los espacios compartidos.
Cuando colocamos demasiadas barreras, corremos el riesgo de crear un mundo digital en el que las ideas y las oportunidades queden encerradas tras las fronteras. Eso no es bueno para la innovación ni para las personas. Pero cuanto más ignoramos la soberanía, más fácil es perder la confianza.
Esto no es solo un problema tecnológico. Es un problema cultural. Se trata de cuánto control queremos versus cuánta libertad necesitamos.
La localización es el síntoma. La verdadera pregunta es si podemos construir sistemas abiertos y responsable, colaborativo y seguro.
La respuesta no es la centralización total o la localización total. Se trata de encontrar maneras de conocer a las personas allí donde se encuentran: cultural, legal y técnicamente.
Los formuladores de políticas pueden:
Las empresas pueden:
¿Y los usuarios? Todos nos beneficiamos de los sistemas que nos permiten movernos libremente sin perder el control.
La visión de Hivenet no consiste solo en ser diferente. Se trata de ser más inteligente. Si queremos que los datos estén seguros y útil, necesitamos repensar los binarios. Local no tiene por qué significar encerrado. Global no tiene por qué significar inseguro.
Construyamos un futuro en el que los datos pertenezcan a las personas, no solo a los lugares.
La localización de datos se refiere a las leyes o políticas que exigen que los datos (especialmente los datos personales) se almacenen o procesen dentro de las fronteras de un país específico. Estos requisitos de localización de datos son obligaciones legales fundamentales que dictan dónde y cómo deben almacenarse los datos dentro de las fronteras de un país.
Los gobiernos impulsan la localización para mejorar la seguridad nacional, proteger la privacidad de los ciudadanos, garantizar el control legal y apoyar las economías locales.
Estos esfuerzos suelen estar respaldados por normas integrales de protección de datos que tienen como objetivo salvaguardar los datos personales y mejorar la ciberseguridad.
Los beneficios incluyen una mayor seguridad de los datos, una aplicación legal más sencilla, un mejor cumplimiento de las leyes nacionales y una protección percibida para los usuarios.
La localización puede aumentar los costos, restringir la innovación transfronteriza, aislar los mercados locales y, a veces, permitir la censura o la vigilancia.
Las empresas emergentes pueden tener problemas con los costos de cumplimiento, la falta de acceso internacional y la infraestructura limitada. La localización puede ser un serio obstáculo para la expansión a nivel mundial.
No. Las políticas varían mucho. Algunos países, como Rusia y China, tienen normas estrictas. Otros, como la UE, se centran más en las transferencias transfronterizas seguras.
Sí. Sistemas distribuidos como Hivenet, permiten que los datos permanezcan dentro de regiones específicas cuando sea necesario, sin sacrificar la flexibilidad y la resiliencia de una red global.
La localización de datos es un método; la soberanía digital es el objetivo. La soberanía significa tener control sobre los datos. La localización es una forma de lograrlo, pero no la única.
Hivenet ofrece una infraestructura de nube distribuida en la que los usuarios aportan recursos informáticos y de almacenamiento. Permite cumplir con las normas locales sin dejar de ser flexible, segura y sostenible.
Apoyando tecnologías adaptables, promoviendo flujos de datos responsables y centrándose en resultados como la seguridad y la privacidad en lugar de en límites geográficos rígidos.
Improbable. Si bien la demanda de soberanía digital aumentará, la localización rígida no siempre es práctica. Los modelos híbridos y distribuidos ofrecen un camino más equilibrado.
Elija una infraestructura tecnológica que respete la soberanía y permite la colaboración. Adopte modelos distribuidos. Céntrese en la confianza, la transparencia y los resultados del mundo real.
¿Quiere ver cómo Hivenet puede ayudarlo a cumplir con las normas sin ralentizarse? Visita hivenet.com para obtener más información sobre Store, Compute y cómo se distribuyó la nube puede funcionar para ti.
You scrolled this far. Might as well join us.
Secure, affordable, and sustainable cloud services—powered by people, not data centers.